jueves, 22 de marzo de 2007

El origen de la Moral

El New York Times ha sacado a la superficie el trabajo de varios biólogos que indica que los chimpancés pueden tener comportamientos morales. De ser cierta esta noticia, significaría que varios de los aspectos que consideramos definitorios del ser humano aparecieron hace mas de cinco millones de años, en la rama común al hombre y los grandes primates.

De mas esta decir que la noticia no ha pasado desapercibida. Por una parte están aquellos incapaces de reconocer algo de "humanidad" en otra especie que el homo sapiens. Algunas personas se sentirían degradadas si se demostrara que no somos tan únicos, tan diferentes de los "simples" animales como se pensaba.

Otro grupo tocado por la noticia son los filósofos, que ven a la ciencia inmiscuirse en lo que, hasta hace poco, era un coto vedado para ellos: la ética y la moral (al menos como materia de estudio ;).

Ambos casos son comprensibles ante el desajuste ocasionado por la nueva información que nos obliga a replantearnos nuestra concepción del mundo. El primero se basa en una visión romántica de nuestra excepcionalidad como especie. Esta bien, tal vez seamos un poco menos exclusivos de lo que solíamos creer, pero el conocimiento de este hecho, el saber que -tal vez- compartimos la semilla de la moralidad con otras especies, nos permitiré entendernos mejor.

En cuanto a los filósofos, es cuestión de ajustarse nuevamente al estado del conocimiento actual. La filosofía es el comando de avanzada de la ciencia en la guerra por el conocimiento. Mil años antes que Niels Bohr planteara su modelo atómico, los filósofos griegos ya jugaban con la posibilidad de no poder dividir infinitamente la materia.

Del mismo modo, tal vez en un futuro cercano podamos tener una ciencia de la moral, la descripción de las reglas de conducta que podríamos tener preprogramadas en nuestro cerebro. Cuando ese día llegue, recordaremos a Rousseau y a Kant de la misma manera en que hoy recordamos a Leucipo y Demócrito: como visionarios capaces de arrancar un trozo de verdad a la naturaleza con su intuición.

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